LA MUSICA Y YO II

Como dije al final de La Música y Yo I, mi experiencia musical un tanto traumatizante, no acabó con aquel episodio del profe de música dictador y que me tenía manía...sí, me tenía manía.

Mi sorpresa fue tremenda cuando en la Carrera (de Educación Infantil) me encuentro con que tenemos las asignaturas: Música en la Educación Infantil y Desarrollo de la Expresión Musical y su Didáctica, ingenua de mi pensé que si iban dirigidas a niños de hasta 6 años, no tendría nada de complicado, Ja! una era más bien teórica, sin embargo la otra, práctica y muy práctica.

El primer día de clase la profesora nos dice que debemos comprar una flauta y un carrillon. las caras de nosotros los alumnos eran un poema, en mi caso nunca había cogido una flauta (no me gusta ese instrumento con tanto agujero) y del carrillon ya ni hablemos.. Después se nos facilitaron unos libros con un repertorio de canciones infantiles....muuuchasssss. Pues bien se trataba, a lo largo de la asignatura, de aprender una serie conocimientos básicos de música, las escalas y notas y después interpretarlas con los dos instrumentos y la voz. Por supuesto aquello fue un caos, porque aunque en mi caso y en el de otros pocos más ya teníamos algunas nociones musicales, después de muchos años, interpretar música, cantándola y entonándola y no solo eso, acompañada en algunos casos del carrillón y en otros usando la flauta....fue una pesadilla para todos y todas.

Desajenos a todo, caímos en el error de pensar que pasarían la mano y que bastaría al menos con emitir algún tipo de sonido con los instrumentos y aprendernos todas y cada una de las canciones infantiles, que no vayáis a pensaros que eran del tipo "el patio de mi casa", que no, eran otras mucho más "elaboradas" con alti-bajos y gorgoritos. Pues bien llega el temido examen práctico, madre mía que fracaso más estrepitoso el 70% de la clase suspendimos. Recuerdo aquel día y aún me parto de risa, nos íbamos examinando por orden alfabético y justo delante mía le tocaba a uno de los pocos chicos que había en clase, Juan, creo que se llamaba. Era muy alto, estilo armario empotrado y muy barbudo...en fin un hombretón (no era guapo, aunque ahora no viene al caso), en fin que por azar le toca la canción titulada "Cangrejito", ufff el hombretón empezó con toda su varonil voz : "cangrejito, cangrejito, cangrejito de coral...." y de repente, en medio del coral se le escapa un gallo que acabó con el cangrejo.....yo que estaba detrás suya esperando mi turno, solté una carcajada (juro que sin maldad) con lo que la profesora me lanzó una mirada asesina, no podía contenerme, las lágrimas asomaban y mientras tanto él se disculpaba y pedía empezar de nuevo, entre los nervios y la difícil canción que le tocó (de acuerdo a su timbre de voz) ya la cosa fue de mal en peor. Y llegó mi turno, yo que aún seguía con esa risa tonta, que por más que intentes evitar, sale por cualquier cosa, me toca "Abre las Manitas", me concentro, la canto bien, me dice la interprete en el carrillón, resulta aceptable, pero llega el temido momento flautil, entre la risa contenida, los nervios y lo mal que se me daba soplar por allí, no logré interpretar ni una sola nota que mas o menos que sonara aceptable. Así que, bueno, suspendí.

Y ahí me veis en verano con más de 20 años, cantando canciones infantiles y practicando de día y de noche con la flauta en casa de mis padres, que curiosamente cada vez que tenía que sacar la flauta le surgían cosas que hacer en la calle. Pues bien lo peor, no era tener que tirarme un verano arrastrando la flauta a todos lados, lo terrible para mí fue, que cuando me salía a ensayar en la terraza de mis padres, la vecinita colegiodemonjas de enfrente (10 o 12 años) me oía y salía la tontaina con su flauta a tocar ella también, dejándome naturalmente en evidencia, dada las destreza que tenía ella con la flauta (luego con los años se le siguió dando bien por lo visto...no se si me entiende, se la debía jejeje -risa malvada-). Yo al principio me resistía a que la niñata me dejara por los suelos, pero poco a poco y disimuladamente me iba escabullendo, metiéndome sigilosamente en la casa y observando después escondida tras la cortina su cara de satisfacción, por haberme vencido en la batalla musical.

En fin tras muchas horas de ensayo, conseguí que de la flauta saliera algo más que soplidos, lo justo para aprobar la asignatura, no sin antes decirme la profesora que un buen maestro/a tiene que tener buenas destrezas musicales...ya! yo no recuerdo ni un profesor mío de los buenos buenos, que me dieran clase ayudados por una flauta. Aunque todo sea dicho, lo que aprendí en esa asignatura, las canciones, la musicalidad...me sirvieron de mucho durante los años que trabajé en un Centro Infantil.