Toca otra de las historias To me pasa a mi. Después de contar lo de Mis zapatos Verdes, lo de mi Perro rompe Paletas y el episodio del Murciélago que viajaba conmigo. Hoy llega: La Vez que Casi Me Ahogo
Era una tarde apacible de invierno, aunque algo fresca, pero con mis siete años estaba aburrida de estar en casa sin hacer nada y decidí coger mi bici (una Torrot Roja, más mona) y darme una vuelta por él jardín de la urbanización. se lo dije a mi padre, ya que mi madre había salido a comprar y mi hermano no quiso acompañarme, puesto que estaba hipnotizado viendo en la televisión alguna serie estilo el Coche Fantástico.
Pues bien cogí mi bici, ataviada con mi rebequita, mis leotardos gordos y mi vestido de pana, lista para pedalear. Después de un par de vueltas, ya aburrida, me acerqué a la piscina, que por cierto estaba llena de un agua verde y asquerosa, puesto que no se vaciaba y limpiaba hasta no estar más cerca el verano. Y conforme me acercaba al filo de la piscina recordé algo que hacía mi hermano, iba con su bici mojaba la rueda delantera en el agua y luego salía dejando la huella húmeda de la rueda en el suelo. Todo eso acompañado siempre de:
-"Mira enana, aprende"
- "Yo también quiero" le contestaba una servidora
- "Ja, tú no sabes ni puedes"
Dejando así mi orgullo herido. Así que ese día, me dije que podía hacerlo y lo haría y además del mismo modo que mi hermano o incluso mejor. Me dirigí a la parte más profunda de la piscina y me incliné con la bicicleta hasta poder mojar la rueda delantera.......lo siguiente que recuerdo es salir buceando entre aguas verdes, muerta de miedo y asco, hasta poder agarrarme al bordillo. No podía salir de allí, habían quitado las escalerillas, y aunque sabía nadar perfectamente, el miedo y ese asco tan tremendo al pensar que tendría que nadar entre cosas y bichejos verdes, me paralizaba.
Así me tiré un buen rato esperando ver pasar a alguien que me sacara de allí, luego decidí pedir socorro o algo parecido, porque quien pasara no creo que me viese, ya que parecía un renacuajo más de la piscina de la cual solo sobresalían 8 deditos. Por fin salió mi padre, preocupado porque le parecía que tardaba en volver, vamos porque más de 10 minutos en la bici yo no los aguantaba. Lo vi acercarse y yo:
- "Socorro, papá estoy aquí".
Mi padre oía una voz y no sabía de dónde le venía, lo gracioso es que miraba para arriba, como a los árboles, qué pensaría, que había aprendido a volar? qué me había subido a un tejado con mi bici voladora? Después me he reído mucho de aquello y él también. Bueno por fín me localizó y dijo:
- "Qué haces aquí?"
Ahora le habría contestado, nada papá darme un baño. Madre mía, qué preguntas más tontas hacemos en según qué momentos, es como cuando ves que se ha caído alguien y te acercas a ayudar pero antes le preguntas, te has caído? a veces dan ganas de contestar: No es que me desplazo así.
Me sacó de allí, me llevó a casa me duchó, pero lo peor y más terrorífico estaba por llegar, me vistió y peinó él... uff, me puso como para ir a misa un domingo y me hizo una especie de coleta que al mirarme al espejo me recordé a uno de esos cuadros raros de Dalí o Picasso, en fin para ser la primera vez y creo que única, no le salió tan mal. Y tras explicar a mi padre que me había caído (sin querer) con mucha cara de pena, aparece mi madre, que como ya he apuntado, muy intuitiva es ella, al verme con mi nuevo look y vestida muñeca repollo. Nos mira y dice casi en un grito:
- "Qué ha pasado?"
A lo que contestó mi padre:
- "Nada, la niña que se ha caído a la piscina con la bici"
Reacción de mi madre: le dio un "chungo" (dícese del semi vahído que le da a algunas madres cuando reciben la noticia de un hecho preocupante aunque de éste hayan pasado incluso años)
En fin aclarado todo, con mi coleta ya bien hecha y vestida de niña normal, le pedí a mi padre que por favor hiciera por sacar mi Torrot del fondo de la piscina que la imaginaba allí cual Titanic en el fondo del Océano. Y a los días lograron sacarla, pero me la dieron junto a una orden de alejamiento de ella y otra de acceso restringido a la piscina.
Pero lo peor peor de todo, era ver entre tanto la cara de mi hermano, que no le hacía falta hablar para saber qué pensaba, "Te lo dije Enana tú no sabes ni puedes", porque él sabía perfectamente la causa de que me cayera a la piscina. Fue nuestro secreto durante un tiempo, no por nada, sino por evitarles a mis padres pensar el par de hijos tan tontos que tenían, uno por sus ocurrencias y la otra por querer imitarlas ;)
Qué difícil debe ser, ejercer de padre o madre
Si es que cuando somos niños armamos unas bastantes gordas ... lo que sufren nuestros padres con nosotros.
ResponderEliminarMe ha gustado la historia :)
Kobal: de verdad, y es ahora de mayores cuando te das cuenta, de todas aquellas trastadas y lo tontainas que éramos.
ResponderEliminarMe alegra te haya gustado
Besos
jajajajaja te imagino y me parto!
ResponderEliminarQué cosas nos pasan de pequeños, los hermanos mayores es que son la leche.
Besos
Ana: jejeje. si es que no es para menos. A mi me da la risa cada vez que me acuerdo y mi madre me regaña diciendo que me podía haber ahogado enganchada a la bici, pero aún así, me parto ;)
ResponderEliminarUn abrazo
Y tu padre tan tranquilo! jajaja
ResponderEliminarQue hayas sobrevivido a tu infancia empieza a parecerme una casualidad.
ResponderEliminarQue tus padres lo hayan hecho una casualidad mas grande.
Tu hermano un crack.
La bicicleta ¿volvio a ser la misma?
Una cosa que me chifla de mis padres es que jamás les dio un chungo por nada de nada. Que te rompías un hueso? Actuaban con toda normalidad. Que tu hermano te sacaba un diente de un golpe? Tranquilidad absoluta. Claro, alguna vez no pudieron controlar los nervios (y entonces solían volar galletas con relleno y todo) pero, generalmente, eran el colmo de la eficacia y el sosiego.
ResponderEliminar- Mamá, que el enano se ha partido un dedo con el monopatín.
(Suspiro, recogida de bolso, a ver, sí, las llaves del coche, pero hijo, cómo ha sido?, hala, vamos a urgencias, no llores, hombre, que ahora mismo te curan) XD
Francamente, se lo agradezco. Transmitían mucha calma, nada de histerias. Y gracias a eso mi hermano y yo actuamos así también ante las cosas. Digo esto porque me alucina cuando unos padres se lían a chillar cuando el niño se pega una culada inofensiva en el parque (por dios, que no se va a romper, oigan) Claro, eso del salto de piscina con bici roja, estilo libre... ya es un poco más serio. Pero fijo que mis padres lo hubieran solventao con un suspiro, jajaja.
Jo T: sí mi padre es el que mantiene la calma aparentemente y mi madre la de los nervios,...menos mal que anda equilibrada la cosa :D
ResponderEliminarJorge: jajajaja, pues mirándolo desde fuera, creo que tienes razón en todo....excepto en lo de que mi hermano es un crack...bueno la verdad es que en eso también, anecdótas con él tengo miles.
ResponderEliminarMi bici ya no era la misma, olía a agua estancada y podrida ;)
Lenka: como le he dicho a Jo T., en mi casa mi padre era el sosegado, relajado, el de los suspiros....sin embargo mi madre era y es un manojo de nervios además de algo negativa. Muchas veces lo he hablado con ella, que esos nervios y ansiedades nos las transmitía a los demás y eso no está muy bien, repercute en el niño.
ResponderEliminarPero bueno con el tiempo he entendido, que forma parte de su carácter y lo ha hecho lo mejor que ha sabido y más teniendo en cuenta "la guerra" que hemos podido darle. Yo ahora pienso, que de tener hijos, intentaría evitar el episodio "chungos" con ellos, pero hasta que no me vea en la situación...madre mía, cuanto más tarde mejor ;)
Ahora bien, estoy totalmente contigo en que esos padres histéricos que ante un arañazo que se haga el niño (lo sé por mi experiencia en guarderías)ponen el grito en el cielo, no hacen ningún bien a sus hijos ni a ellos mismos.
Jajaja el hice el Salto del Angel a dos ruedas
Me imagino la cara de tu madre, sin embargo tu padre reaccionó con admirable tranquilidad.
ResponderEliminarMarga: Hola, la cara de mi madre era un poema, luego tuvo pesadillas según me dijo.
ResponderEliminarMi padre aparentemente (por lo que se ve) suele mantener la calma y se agradece en determinadas situaciones.
Bienvenida y gracias por comentar.
jejej pues a mí me a hecho mucha gracia la anécdota. Gran descubrimiento tu blog. Te sigo.
ResponderEliminarSaludos.
Jauroles: pues me alegra de veras que te haga gracia. Si es que, me pasa cada cosa...;)
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras.
Saludos
Lorena: es genial hacerte reír ;)Pues sí, al menos os lo he podido contar.
ResponderEliminarOtro abrazo y gracias a tí. Por supuesto que mejorarás, no tengas duda
Vaya trasto de niña debías ser. Lo de los padres es típico, ya me imagino la coleta que debía estirarte la cara cual Carmen Sevilla. Mi padre de niño me compró una camisa y no me la pude poner hasta tres años después de grande que me iba.
ResponderEliminarSaludos
Sese: oye, pues dicen en mi casa que yo era muy buena (uff ahora que lo pienso, con quién me estarían comparando para llegar a esa conclusión?)
ResponderEliminarLa coleta, la verdad es que era indescriptible y jajaja si mi padre me compraba ropa...tu al menos accediste a ponértela tres años después ;)
Saludos
Muy buena la historia!!! yo ahora me rio, pero acordándome de todas esas piscinas asquerosas donde todos jugabamos a buscar bichos... no me explico como tu madre (parecida a la mía en sus reacciones) no te llevo de cabeza al hospital a que te hicieran un lavado de estómago! Lo que podías haber pillado ahí sólo con probar un poco de ese agua!!! Agggggg!!! jajajajaj
ResponderEliminarLana: Hola, bienvenida!
ResponderEliminarUy! si por ella hubiese sido me habrían hecho hasta una transfusión, pero no me llevó porque mi padre se opuso y porque de haber tragado ese agua, directamente me habría muerto del asco que me daba, jejeje.
Saludos y gracias por comentar