...Grandes remedios, mi madre suele decir muy a menudo eso, y cuando lo dice yo suelo correr a esconderme lo más lejos posible, porque por experiencia se que sus grandes remedios, no me traerán nada bueno. Ayer mismo lo recordaba con ella...
Cuando tenía unos 9 años, me apuntaron a clases de baile flamenco, porque desde bien pequeñita me encantaba bailar y no se me daba nada mal la verdad. Pues bien tras unos meses de academia, empezamos a preparar el festival con público y todo (papás, abuelos, hermanos, titos, primos,...de las niñas bailaoras) Coincidía en el tiempo con mi Primera Comunión así que me junté con dos o tres vestidos de flamenca, que me regalaron mis familiares. Finalmente me quedé con uno amarillo precioso que me regaló mi abuela y los otros los cambié.
Cuando tenía unos 9 años, me apuntaron a clases de baile flamenco, porque desde bien pequeñita me encantaba bailar y no se me daba nada mal la verdad. Pues bien tras unos meses de academia, empezamos a preparar el festival con público y todo (papás, abuelos, hermanos, titos, primos,...de las niñas bailaoras) Coincidía en el tiempo con mi Primera Comunión así que me junté con dos o tres vestidos de flamenca, que me regalaron mis familiares. Finalmente me quedé con uno amarillo precioso que me regaló mi abuela y los otros los cambié.
Bueno pues ahora había que buscar los complementos para el vestido amarillo eléctrico, decidimos que serían verdes, los pendientes, las flores, el mantoncillo y los zapatos de gitana. A dos días para el festival seguíamos sin encontrar zapatos verdes, lo teníamos todo excepto eso, cansadas de dar vueltas por las tiendas mi madre y yo y sin alternativa ya a esas alturas posible, mi madre dijo:
- "no pasa nada hija a grandes males, grandes remedios...compramos unos blancos y los llevamos a algún sitio para que nos los pinten de verde"
Ahora llegaba el segundo problema, en las tiendas especializadas no había esa pintura verde para que me tintaran los zapatos, es más nos miraban con cara de "mira que le gusta a la gente complicarse la vida". Ya quedaban escasas 24 horas y yo con unos zapatos blancos y el resto verde y amarillo piolín. Pero mi madre y sus ideas de McGyver volvieron a aparecer en escena:
- "Se me ocurre algo, como es solo para un rato, y los zapatos no han costado tanto, vamos a comprar pintura normal y los pintamos nosotras mismas"....
Acepté, no sé creo que debido a mi corta edad y a que me parezco en esas cosas de las ideas magníficas a ella. Los pintamos con Titanlux, sí, exacto la de pintar paredes, los dejamos toda la noche a secar en el balcón tras varias manos de pintura. Al día siguiente, llega la hora del espectáculo, me visto de lechuga y limón flamencos y cuando me voy a poner los zapatos aún estaban húmedos por algunas partes, no le dí mucha importancia, tampoco al hecho de que estaban un tanto rígidos por los bordes y dolían horrores.
Llegamos al salón de actos, la profesora de baile que estaba al corriente de nuestra búsqueda incesante, se sorprendió al verme por fin con mis relucientes zapatos verdes y preguntó que cómo los habíamos conseguido, a lo que ni mi madre ni yo nos atrevimos a contestar, nos limitamos a sonreír. Pues bien, el espectáculo se iba desarrollando en diferentes actuaciones en función de las edades de las bailaoras, así que me tocaba esperar lo cual ayudó a que se siguiera secando la pintura, pero me dí cuenta que una parte del zapato del roce con el otro se estaba descascarillando y saliendo a relucir la base blanca y no sólo eso cuando ya nos tocaba y me dirigía al escenario, noté que me había quedado pegada al suelo, la suela también tenia pintura verde y cuando por fin pude despegar el zapato del suelo ví que había dejado el rastro.
En el escenario, ya todas colocaditas, empiezan a sonar de fondo unos Tanguillos de Cadiz, yo con cara de descomposición, porque mis pies parecían hacer ventosa con la tarima, crujían mis zapatos y con cada movimiento saltaba un trozo de pintura verde a mi alrededor y me dolían terriblemente por la rigidez así que inevitablemente perdía el compás, la cara de artista (esa que pone Sara Baras) y hasta la dignidad jajaja ya que parecía un pato. Eso sí aguanté como una campeona esos tanguillos y tras estos unas sevillanas, aunque creo que me han quedado secuelas, porque cuando escucho los Tanguillos, me dan punzadas los pies ;)
La profesora de baile terminada la actuación preguntó si yo tenía algo que ver con las pisadas verdes que había en el escenario estilo silueta dibujada tras un asesinato (tierra tragame). En fín que aquel debut mío, no fue lo que esperaba, gracias a un gran remedio materno, pero con toda su buena intención. Y lo peor no es eso, lo peor es que por lo visto no tuve suficiente con aquél y tras ese caí en otro y otro y otro....
Imaginacion tu madre tiene.
ResponderEliminarEsta es una entrada que da verdadero valor al titulo de tu blog.
Supongo que tu nombre artistico era: "La niña de los zapatos pintados"
Seguro que fuiste la sensacion de la velada.
Jorge: jajaja ese nombre artístico va muy bien, pero yo tengo otro: "La hija la Remedios" (no la Amaya)
ResponderEliminarLa sensación no sé, pero el centro de algunas miradas seguro.
Si es que no exagero nada, me pasa de to ;)
Saludos
Ja, ja ja. Es que se veía venir conforme leía que la cosa se complicaría. Pobrecita niña, seguro que lo pasaste fatal. en cualquier caso, hoy lo recuerdas con alegría. ¿Hay más bonito que una niña pequeñita vestida de flamenco?
ResponderEliminarSaludos
Si es que madre no hay más que una! :D
ResponderEliminarComo nos complicamos la vida a veces en vez de cambiar los complementos de color......jajaja; menos mal que estan las madres que ya nacen con un don para el vestuarios de teatros, bailes y fiestas de fin de curso!!!!
ResponderEliminarLas madres somos especialistas en soluciones rápidas para todas las cosas.Le ponemos mucho corazón
ResponderEliminarQúe luego salgan bien es otra cosa.
Con sólo imaginarte, me da muchísima risa y por supuesto imaginando la cara de tu madre.
Besos
Sese: ahora nos reimos en casa de acordarnos de la situación jejeje, pero vaya mal rato.
ResponderEliminarPues sí me hacen mucha gracia las niñas y niños pequeñitos vestidos de "faralaes" ;)
Su: cierto y en determinadas ocasiones menos mal, te imaginas dos madres diciendo que comas, que no hagas eso, que llames, que pintes los zapatos....jejeje. En el fondo es que son únicas
ResponderEliminarKitty: eso digo yo, con lo fácil que hubiese sido cambiar el color, por ejemplo por el rojo aunque pareciera la bandera española...en fín.
ResponderEliminarLas madres a veces pienso que son una fuente inagotable de recursos, con tres ingredientes te hacen una comida, con dos trapos un disfraz...
Aqui: que razón tienes, tenéis un don para soluciones de emergencia y aún hoy día cuando le recuerdo a mi madre lo sucedido, me dice: pero ibas preciosa. Nos empeñamos en el verde y ella me consiguió el verde.
ResponderEliminarJajaja si es que no es para menos, mi madre aguantándose la risa ese día, porque aún despues de todo dice que lo hice mejor que el resto...así lo haríamos :P
Besos